Ella sabe que le quiere mucho, pero lo sabe porque él le ha hecho mucho daño. Vaya forma de medir tan irónica. Y otra vez, vuelven a engañar al corazón, intentando recobrar el ayer... sin darse cuenta, de que lo hecho, hecho está, y que se puede perdonar al enemigo, pero no olvidar su nombre. Quizá andan intentando que nada en ellos sea una causa perdida, pero en realidad, no lo van a conseguir.
Ella me ha contado a mí, su fiel compañera, que por mucho que lo intenta no se ve en los brazos de otro. Y yo le contesto que chicos hay como días, pero su autoestima no le permite saber, que habrá otros que la vayan a querer a pesar de todos sus defectos.
Y además, las dos sabemos que nada dura eternamente, y aún así, cuando llega el final, la sangre se nos hiela y el corazón parece estar masticando cristales en vez de bombeando sangre. Y duele, duele aunque no queramos.
Pero también sabemos, que mentir siempre ha sido, aparte de más divertido, más comodo.
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